Inutiles, manipuladores y sádicos con porra…

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   Los Gobiernos manipula las estadísticas del virus

Cada gobierno manipula las estadísticas a su manera, buscando sus propios intereses. Los datos estadísticos tiene esa virtud, que en manos del propagandista toman la forma que uno quiere. La estadística es otra cosa, es una disciplina matemática que infiere probabilidades a partir de conjuntos numéricos. Nada que ver con lo que hacen los gobiernos. En esto del coronavirus, el español tiene su propia querencia. Veamos por qué.

Hoy proliferan las gráficas de líneas y barras sobre los infectados y los muertos por coronavirus, las tendencias, las escalas logarítmicas, se vocean estupideces como “aplanar la curva”, “cuando lleguemos al pico” y se comparan datos de distintos países para justificar medidas y reproches. En fin, basura informativa de la mejor especie.

Las estadísticas sobre infectados no son realmente estadísticas. Se puede determinar si una persona está infectada por un virus de dos maneras: o bien porque un test así lo asegura, o bien porque un diagnóstico lo determina a partir de los síntomas. Con la gripe común, por ejemplo, se suele hacer así en España, por sintomatología, no se suelen realizan test clínicos para confirmarlo. Ese sesgo en la forma de diagnosticar ofrece datos muy diferentes sobre una misma realidad. En España, los casos de infectados por coronavirus se están determinando mediante test. Pero… ¿cuántos test se hacen? Resulta obvio que a más test, más infectados. Si no se relaciona el número de infectados con el número de pruebas el valor numérico carece de sentido estadístico. Por tanto, la comparación con las cifras de otros países es completamente absurda. Y además… ¿a quién se le hacen los test? También resulta obvio que los test realizados a personas con síntomas darán más positivos que los que se hagan al azar. Entonces, ¿qué información aporta decir que hay nosecuántos infectados en nosedónde? Eso no se ajusta a la realidad, ni de lejos. Los infectados son los que son, muchísimos más de los que se contabilizan, la mayoría ni siquiera lo sabe ni se dará cuenta. Solamente el análisis de toda la población ofrecería la información correcta. La estadística, no obstante, puede estimar ese dato por inferencia, siempre y cuando el conjunto numérico que baraje sea representativo. Pero no lo es. No puede serlo tal y como se hacen los test. Habría que sembrar azarosamente un sinfín de test en la población, sopesando equilibradamente todo tipo de patrones, edad, sexo, peso, patologías previas, estado de salud, condiciones laborales, situación psiquiátrica, psicológica y emocional… Sería un estudio científico interesante, pero nadie está haciendo eso. Por tanto, las cifras de infectados no representan los infectados que hay, ni tampoco sirven para compararse con las de otros lugares. Un gobierno que quiera tener pocos infectados solo tiene que reducir los test, o aumentarlos si quiere que parezcan más, depende de lo que le interese. Cada cual puede sacar sus conclusiones.

Se podría pensar que el número de muertes sí es un dato real y constituye estadística, pero tampoco. Si acaso, es el más manipulado. La causa de muerte la certifica un médico de acuerdo a criterios clínicos. La cosa es que el corazón se para, pero la gracia está en saber por qué se para. Salvo en las muertes por accidente, el asunto no es fácil, suelen concurrir muchas causas y multitud de factores agravantes. Pongamos por caso una persona diagnosticada de diabetes que sufre un infarto cerebral y fallece. Probablemente el médico no certificará que murió por diabetes, incluso aunque esa enfermedad aumente los riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares e infartos. Así pues, cuando nos dicen que en tal sitio hay tantos muertos por coronavirus, ¿qué dato nos dan realmente? Obviamente, esas cifras las manejan los gobiernos, y cada uno dice lo que le interesa. El español, a través del Ministerio de Exteriores, en cuyos brazos hemos de sentir vergüenza, dice que “España es particularmente transparente en la contabilización”, seguramente por estupidez. Así se explica: “Se consideran muertos por coronavirus todos aquellos que han dado positivo en el test, aunque finalmente hayan fallecido por otras patologías”. El dato así en frío da risa, pero en medio del pánico y el estado de alarma es casi un crimen. Ver unas cifras de muertos escandalosamente abultadas a propósito no fomenta la tranquilidad y la confianza. La gente común se asusta, y eso no es bueno. Me aterroriza pensar en los motivos que pueden llevar a un gobierno a hacer eso. Pero además de confesarlo lo defienden contra otros, en un alarde de ingenuidad: “En cambio, hay países que solo computan a los muertos directamente por el virus”. Y lo dicen como acusándoles de algo ignominioso, date aire.

No sé de qué manera puede beneficiar al gobierno manipular estos datos para que no se ajusten a la realidad. Quiero pensar que es simplemente estupidez e incompetencia, pues no les falta. Quiero pensar que el estado espera aparecer como el salvador de una crisis sanitaria descomunal cuando todo esto acabe. Quiero pensar que no hay doblez en sus decisiones y que manejan la situación con dignidad de estadista, aunque sean torpes. Quiero hacerlo aunque me cueste, porque si busco otras posibilidades me arden las tripas. Además, ¿por qué habríamos de desconfiar del Gobierno?

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32 comentarios en “Inutiles, manipuladores y sádicos con porra…

  1. Yo vivo más allá del océano(Chile) pero estoy sl tanto de las noticias sobre España. Y para reforzar tu concepto de la situación del gobierno, los periodistas están solicitando, en carta abierta, que el gobierno respete la Constitución en su derecho a la información porque resulta que ahora quieren filtrar las preguntas en las ruedas de prensa. Lo que significa que ellos «se van a vender y se van dar el vuelto». Porque todo lo que dicen son cosas contradictorias.
    Con la adquisición de las test defectuosos fue la guinda que les faltaba para «coronar» su desastrosa gestión para controlar la pandemia. Desde la cantidad adquirida hasta la verificación del control de calidad, fue un desastre mayúsculo.
    Los vídeos del abuso policial, es la evidencia más clara de la actuación de los policías que se amparan en el decreto de emergencia para sacar a la luz su brutalidad y su desconocimiento de las derechos humanos.
    En fin, no sé quién en su sano juicio puede apoyar semejante presidente. Solo basta recurrir al sentido común, para darse cuenta que todo está manipulada para sus oscuras ambiciones políticas..
    Tu artículo está por demás sustentado con el sentido profesional que se merece una envestigacion con pruebas escritas y gráficas que avalan su contenido.
    Saludos y cuídate
    Manuel

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